Baron Yasumasa Fukushima

 

ÍNDICE


 

El libro, "La Cometa Dorada" de Richard 'Dick' La Tondre, relata una de las mayores aventuras del siglo XIX protagonizada por el Mayor Yasumasa Fukushima.

La travesía a caballo, desde Berlín, Alemania, hasta Vladivostok, Siberia, una distancia de 14.000 kilómetros y diecisiete tormentosos meses de cabalgada es recogida en este artículo del Japanófilo norteamericano Ed Moreno.


 

Un Titán a caballo

'¿Quién en su sano juicio?', podría pensar, cuando amaneció la era Meiji (1868 a 1912), que una asombrosa raza de hombres y mujeres surgirían listos para mostrar al mundo el orgullo de ser japonés.

Yasumasa Fukushima fue un ejemplo sobresaliente de tal magnífica cohorte, que a través del aprendizaje, la resolución y el desempeño, tuvo como objetivo superar ese mundo que su país había evitado durante siglos.

En la Era Meiji (1868 a 1912), Japón realizó el salto sociocultural y político más asombroso que hizo nación alguna, pasando en poquísimo tiempo del feudalismo a la “civilización” moderna.

Fukushima nació en 1853, en Matsumoto, Prefectura de Nagano, hijo de una familia samurái. Comenzó su carrera militar asistiendo a Kōbusho, la Escuela militar del shogunato, para abanderados de los señores locales. Después cuando cayó el shogunato, Yasumasa comenzó a estudiar varios idiomas extranjeros para obtener un puesto en el Departamento Judicial del nuevo Gobierno Imperial.

Debido a su brillantez como traductor, fue trasladado como empleado al Estado Mayor General del Ejército, donde se concentró en geografía. En 1876, después varios ascensos rápidos, fue enviado a los Estados Unidos como Inspector de las Fuerzas Armadas En 1878, el Príncipe Aritomo Yamagata, entonces Jefe del Estado Mayor General del Ejército, lo eligió como Oficial Principal de Inteligencia; le ordenó que aprendiera chino y lo envió para reconocer el norte de China y Mongolia Interior.

Fukushima ayudaría a determinar la ruta probable que Rusia, el país que Japón consideraba su amenaza más seria, podría seguir para conquistar Mongolia, Manchuria y posiblemente Corea. En 1882, Fukushima fue a Pekín como agregado militar y sirvió allí hasta 1886; luego después de una gira de seis meses por la India en 1887, se unió a la legación japonesa en Berlín como Agregado militar; con la graduación de Mayor.

Bajo Federico el Grande, en el siglo XVIII, Prusia había dado un salto en pocos años de nación agraria a potencia industrial-militar. Sus relaciones con Rusia constantemente bajo el microscopio japonés- parecían entonces bastante buenas. Por eso, Berlín era el lugar ideal para alguien dispuesto a agudizar sus conocimientos sobre el desarrollo militar y económico de Rusia y Europa Occidental.

Durante sus 5 años de servicio, el Mayor Fukushima reunió a un gran grupo de amigos de confianza y valiosos conocidos que ayudaron a su espléndida mente a comprender el alcance de la Inquietud política europea. Pero, para diseñar para su Emperador la mejor geopolítica y escenario cultural, sobre dónde podría jugarse el inminente juego de poder, necesitaba información de primera mano.

Cuando se le ordeno volver a Japón, Yusumasa, en lugar de regresar a casa en la cómoda cabina de un barco de lujo, considero hacerlo a caballo inspirado en el viaje del coronel Frederick Burnaby, un legendario Oficial británico, que en la década de 1870 recorrió dos veces Asia Central.

Sus superiores en Tokio estaban encantados con la idea, y apoyaron totalmente su decisión. En 1891, las líneas telegráficas entre Europa y Japón estuvieron bastante ocupadas durante todo el año mientras el Mayor y sus superiores estaban planeando su viaje.

La idea de la cabalgada entusiasmó a los colegas de Fukushima. Que apostó con ellos ¡ganaré la prueba! y quién mejor que él para hacerla, incluso el Kaiser Wilhelm II se interesó; y alrededor de un mes antes de su partida, el monarca tratando de descifrar el futuro de Fukushima y sus intenciones, le concedió la Orden del Águila Roja, de Tercera Clase.

El Mayor, planeó el viaje meticulosamente con mapas detallados; instrumentos; cartas de presentación; y una cadena de potencial apoyo humano y logístico, todo lo cual, posteriormente, resultó invaluable.

Luego, el 11 de noviembre de 1892, Día de la Fundación Nacional de Japón, el Mayor comenzó su epopeya a caballo. La expedición del jinete solitario Fukushima inició la primera etapa de su largo viaje, que lo llevaría a Polonia, país brutalmente dividido y ocupado por Rusia.

Como ya había desarrollado un buen número de valiosos contactos entre los rebeldes polacos, que se oponen al dominador de Rusia, se le aseguró una efectiva red logística y de inteligencia. Hay especulaciones de que a lo largo de su servicio se había estado reuniendo en secreto con revolucionarios rusos y patriotas polacos, de los que obtuvo importante información.

Como compañero de viaje, eligió un hermoso caballo inglés que compró a la mejor academia de equitación de Berlín, y lo llamó Gaisen Triumphant. Desafortunadamente, Gaisen era un caballo de gran calidad, pero demasiado delicado para una cabalgada tan dura, en la que el inicial objetivo de viaje diario de cincuenta kilómetros aumentó rápidamente a setenta (?).

En la noche del 24 de febrero de 1892, el Mayor Fukushima llegó a Varsovia, donde pudo hacer algunas adaptaciones y mejoras que hicieron más llevadero el viaje. Al llegar a San Petersburgo el 30 de marzo, recibió una invitación del zar Nicolás I para una entrevista.

Siguiendo el consejo de los funcionarios locales, llevó sus voluminosos papeles esperando un duro interrogatorio por parte del autócrata ruso; después de todo, a estas alturas, las autoridades sabían muy bien que la intención del Mayor era un reconocimiento militar. Sin embargo, la esencia de la conversación con el Zar fue: “¿Qué se necesita para aprender un idioma extranjero?"

Más tarde, esa noche, asistió a un banquete en su honor.


 

Cambio de monturas a mitad del viaje

El Mayor Fukushima llegó a Moscú el 24 de abril y pasó allí un par de semanas para darle a Gaisen un merecido descanso, mejorar su stock de provisiones e informar a Tokio.

Pero el caballo había desarrollado síntomas graves, que proyectaban su incapacidad para seguir. El 11 de mayo, al llegar a Borodino, Gaisen ya no pudo funcionar. Con el corazón roto, el Mayor dejó su amado caballo a cargo del Capitán de la Policía de Borodino y regresó en tren a Moscú, para conseguir otra montura, a la que llamó Ural.

Ahora tenía que entrenar a Ural; reajustar el sillín de Gaisen para que se ajustase a la anatomía de su nuevo compañero y prepáralo para el largo viaje

El 19 de agosto, después de atravesar a toda velocidad una región infestada de cólera, llegó a Presneya, donde, tras más de 3.000 km. Ural, ya no aguantó más el viaje. Entonces el Mayor lo dejó con el cacique local y compró dos caballos nuevos, uno para montar y el otro para llevar su equipaje.

El 17 de septiembre llegó a Altai, donde tenía dos caballos más para montar: Altai y Xing An; que habían sido adquiridos previamente. Se utilizarían como caballos de carga.

También contrató a dos guías para que lo ayudaran a abordar el clima y el terreno impredecible de la cordillera de Altai, en su travesía hacia Mongolia. Como ninguno de los guías hablaba ruso, les enseñó japonés y como había previsto, el clima, la tierra, la salud, la comida, el agua y la cultura, fueron una fuente de problemas que tuvo que superar.

El 12 de noviembre llegó a Ulan Bator, un importante centro de población de Mongolia, desde el cual envió un informe a sus superiores y una carta a su esposa Teiko.

Con esfuerzo, pero minuciosamente, reconoció y cartografió el terreno y sus infraestructuras, y analizó las condiciones militares locales.

En diciembre llegó al centro cultural y financiero de Siberia, la ciudad de Irkutsk. El oficial del puente sobre el río Angara, bordeando la ciudad, le recomendó cierta posada y Fukushima intuye, por la conversación, de que mucha información sobre su viaje ya lo había precedido.

Pasó mucho tiempo reconociendo el área, crucial en los planes de todo el ferrocarril Transiberiano. Entonces, un día al regresar a su habitación en la posada recomendada, se dio cuenta de que los agentes de inteligencia rusos habían "reconocido" a fondo su propio equipaje.

Aunque bastante desafiante, hasta este punto el viaje había sido bastante tolerable; excepto por la pérdida de sus amados caballos, algunos extravíos y molestos problemas digestívos.

En un mapa regular, una ruta directa de Berlín a Ulan Bator mediría algunos 7770 kilómetros; pero como el mayor había alterado su ruta inicial un par de veces, o incluso se perdió, su propia ruta era mucho más larga.


 

¡Que tengas un buen viaje!

Los caminos desconocidos, que con frecuencia no llevaban a ninguna parte, ayudaron al Mayor a recolectar información valiosa, pero esas millas inútiles también ayudaron a que la marcha fuera realmente dura y más lenta de lo deseado.

Cruzó a Siberia en el invierno de 1892, y lo encontró interminable y lúgubre, con una dura capa de hielo y salpicada aquí y allá por asquerosos alojamientos.

Para aprovechar mejor el viaje y no perderse había estado siguiendo una ruta paralela al ferrocarril transiberiano, entonces bajo construcción. La víspera de Año Nuevo al mediodía llegó, finalmente, a Ulan Ude, donde todo lo que podía ver era el resplandor cegador de la nieve. Desmontó con la mente hirviendo de anhelo y nostalgia. El niño que su esposa llevaba en su seno cuando partió para Berlín ya tenía seis años; su familia debe estar quemando incienso por su seguridad, ahora.

Esta noche, a medianoche, estarían sorbiendo el tradicional Te zaru soba, mientras cuenta los 108 anillos de la campana del templo. ¿Y él? Aquí, en el impecablemente llamado "Siberia hotel", con un fantástico dolor de cabeza, como resultado del monóxido de carbono que haba inhalado debido a la defectuosa calefacción de las posadas. Pero, al menos, estaba caliente. Cayó exhausto en la cama... y durmió un día entero.


 

Percances en medio de la nada

El 16 de enero de 1893 llegó a la 'ciudad' de Chita: sin agricultura; sin industria; sin bancos; solo tierra, tierra... tierra congelada.

Llamó al Comandante Militar local. -¡Por el amor de Dios…! Era el mismo oficial que había conocido en San Petersburgo, en la recepción del zar. Ellos se abrazaron como viejos amigos de confianza.

En Año Nuevo, la gente come un plato de Zaru , sopa de fideos de trigo sarraceno, para prevenir la desgracia y mantener a la familia unida. A medianoche, los sacerdotes budistas tocan las campanas de sus templos 108 veces para expiar las locuras humanas, y alcanzar la resurrección.

Altai, que cojeaba gravemente, necesitaba ser reemplazado; por lo que el comandante le pidió a su asistente que reuniera cuarenta caballos y los trajera para su propia inspección; eligió seis y le pidió al mayor que probara cada uno. Finalmente, ambos acordaron un semental blanco de diez años,

Al décimo de las monturas del Mayor; lo llamaron Ussri. Altai permanecería en Chita. Mientras el Mayor y su guía preparaban su partida, el resto de los caballos de la partida comenzaron a relinchar incesantemente, rogando por Altai. Los animales se habían encariñado y el comandante Fukushima no tuvo corazón para romper el estrecho vínculo.

 Está bien, acompáñame, Altai; después de que te cures, te usaré de nuevo.

El 6 de febrero, el Mayor Fukushima llegó a Gorvichia, donde toda la población estaba disfrutando en una estridente fiesta con abundante bebida.

Sin ser un bebedor, el mayor permaneció circunspecto. ¡Un Japuska!, ¡uno de esos que casi matan a nuestro Príncipe! Grito un joven borracho recordando el atentado de 1891, en Otsu, cerca del lago Biwa, en el que Tsuda Sanzo, uno de los guardias japoneses que escoltaba al príncipe heredero Nicolás de Rusia, casi lo mata. ¡Démosle la bienvenida! Y a continuación... ¡Atraparlo! Con todos agitados; el mayor temió por su vida.

Afortunadamente, el capellán cristiano local también asistía a la fiesta y rápidamente intervino calmando la situación. Considerando el riego de permanecer allí, y a pesar de la temperatura de -40°C, Fukushima y su guía huyeron hacia la siguiente parada, a 300 kilómetros de distancia.

Su camino era por el río, una pista congelada con más de un metro de grosor, en la que se habían excavado pozos para extraer agua aproximadamente cada 20 kilómetros El Mayor y su guía escogieron esa distancia como meta diaria.

Fukushima a menudo desmontaba para limpiar el hielo acumulado en las caras de los caballos Y frotar suavemente sus piernas, lo que desaceleró aún más su paso.


 

Un dia para recordar

El 11 de febrero: Día de la Fundación Nacional nuevamente, y primer aniversario del viaje. Un poco antes de la puesta del sol, el Mayor detiene su caballo para honrar al Emperador; ¡mientras comienza la oración de su tercer Banzai!, el aullido de un lobo rasga el silencio crepuscular y Ussri sale de estampida; el mayor trata de controlarlo, pero el caballo se tambalea y lo obliga a deslizarse hasta la mitad de la silla. La cincha de la silla de montar resbala, y con su bota izquierda todavía dentro del estribo, el Mayor cae de lado, colgando como una marioneta inerte.

Mientras lo arrastran por el suelo helado, su cabeza golpea un bloque de hielo irregular; cegado por la sangre de la herida resultante, se hunde en la inconsciencia. El guía, muy por detrás, no puede agarrar y controlar a Ussri; El crepúsculo se está desvaneciendo rápidamente; el guía serpentea por todo el páramo en busca del Importante Mayor; por fin lo encuentra:… casi un cadáver congelado.

Afortunadamente, el guía pronto descubre la casa de un nómada, donde después de una larga y angustiosa espera, y bajo el estruendo de voces excitadas a su alrededor, el Mayor abre los ojos. Se recuperó, pero tiene una fea cicatriz de 9 pulgadas de largo en la frente. Su gorra y el cuello de su abrigo están empapados de sangre; medio despierto y con pánico, murmura: ... un médico. ¿Un qué? Alguien replica. Tal vez esa enfermera que vive a ocho kilómetros de distancia pueda ayudar.

Pero se necesita una eternidad para traerla. La enfermera Inspecciona la herida, profunda y desagradable, y después de limpiarla y vendarla, dice: Ninguna zona crítica ha sido afectada; no hay razón importante para preocuparse.

Después de un descanso de cinco días, y con la herida aun sangrando, el Mayor retoma el viaje. Está furioso por haber perdido seis preciosos días y la próxima parada está a 620 km. de distancia; Sin embargo, agradece efusivamente al nómada y le deja una buena propina. -Usted es mi salvador, señor; dice amablemente, se lo agradezco… inmensamente.
 

 

Meandros asesinos de Manchuria

Aunque escasamente poblada, la siguiente área que visitó el mayor constaba de seis comarcas, cada una equipada, con un puerto, un pueblo, posadas, escuelas y, lo mejor de todo, correo y oficinas de telégrafo.

El 18 de febrero, cerca del pueblo de Ignashino, el Mayor se detuvo para que una enfermera le limpie y vende la herida que aún supura. El 6 de marzo, finalmente llegó a Blagoveschensk, donde pasaría diez días preparando su próxima entrada a Manchuria.

El 11 de marzo supo, por un telegrama, que había sido ascendido a teniente coronel.

El 18 de marzo abandonó el pueblo, en medio de los plenos honores que le rindió el comandante local. Una escolta militar lo acompañó amablemente hasta la frontera con Manchuria.

Aunque muy conscientes del objetivo del Coronel, sus anfitriones rusos siempre lo trataron amablemente. Y el siempre recordaría a Rusia y a su gente con cariño.

El 20 de marzo, Fukushima cruzó a Manchuria. En sus informes, describe la región como un territorio donde la ineficiencia, la codicia, la crueldad, el bandolerismo y la arrogancia de los señores locales han abaratado profundamente la vida.

Aborrecía, especialmente, el constante uso del opio, que consideraba una de las cargas más irritantes y destructivas sobre la población china.

Pero, ¿fue eso todo lo que experimentó? Profundicemos un poco más. Desde un gigantesco trozo de hielo y barro, el nuevo Coronel viajó hacia un mar verde, donde a veces la hierba crecía tan alta que se sentía como cabalgar dentro de un profundo arroyo.

El 10 de abril, cuando llegó a Wulan Nuerh, su fiel guía dirigió su atención hacia el este, donde se alimentaba una inmensa bandada de grullas blancas. Se acercó, la bandada se elevó lentamente en vuelo brindándole la vista más espectacular de todo su viaje. Lágrimas de nostalgia inundaron sus ojos... ¡si pudiera volar a Japón como ellas!

Apenas dos meses después de su lesión en la cabeza, notó una hinchazón debajo de la oreja derecha acompañado de malestar generalizado, dolor, fiebre alta y visión borrosa.

En abril al llegar a su posada en Hofu Hao Chung, se cayó de Altai y se desmayó; Su temperatura era de 39,5°C. Un médico lo vio y diagnosticó la enfermedad como You Hou. Con el tiempo en su peor momento, alternando tormentas de lluvia y nieve, tuvo que permanecer en la posada, en una habitación miserable, con goteras; sus síntomas persistieron durante días, dejándolo extremadamente débil.

Una mañana notó sus caballos afuera, desprotegidos de la intemperie. Furioso por el descuido del posadero, ordenó a un sirviente alojar y alimentar inmediatamente a sus animales; luego, exhausto, cayó en la cama otra vez.

Después de doce días, mejoro su salud, el tiempo cambió y decidió seguir viajando. El 25 de mayo llegó a Ninguta, donde fue recibido calurosamente, pero también advertido que estaba en territorio de bandidos.

El vicegobernador de Ninguta ordenó una escolta militar de seis hombres para llevarlo a su próximo destino. Al final de un largo viaje, él agradecido ofreció una compensación a la escolta, pero el teniente al mando, Lou K'ou, lo rechazó diciendo:
- Acompañarlo, señor, es el mayor honor que se puede obtener. Profundamente conmovido, Fukushima le ofreció al oficial su reloj personal. - ¡Voy a atesorar esto para siempre! manifestó el militar

El 3 de junio llegó a Hunchun, China, un punto estratégico fronterizo con Rusia y Corea del Norte. El vicegobernador lo acogió espléndidamente y el coronel Fukushima se fue muy satisfecho por los honores recibidos.

El día 5 llegó a la frontera con Rusia, donde lo esperaba una partida militar, que lo recibió con entusiasmo. Mientras cruzaba la frontera, el coronel Fukushima gritó a todo pulmón: -Adiós a Manchuria; la tierra, su gente… y en particular a los que viven y aman los caballos.

El 15 de junio llegó a Vladivostok, donde al cabo de tres días se embarcó rumbo a Japón. Su odisea había durado 488 días.

Poco después de su llegada, el emperador Meiji otorgó a Fukushima la Orden de Tercera Clase del Tesoro Sagrado; y luego lo invitó varias veces a revisar el viaje en palacio.

A petición del Emperador, donó sus tres caballos al zoológico de Ueno, en Tokio, donde se convirtieron en una atracción muy popular.

Meses más tarde, luego de estudios adicionales en la Academia del Ejército Imperial, se fue a Egipto, Persia, Arabia, Siam y Turkestán, y más tarde fue ascendido por su servicio en la Primera Guerra Sino-Japonesa (1894-95).

Se distinguió en la rebelión de los 'Boxer. En 1902, representó a Japón en la coronación del rey inglés Eduardo VII; Involucrado en las negociaciones secretas de la Alianza Anglo-Japonesa; y hecho caballero Comandante; Orden del Baño.

Por sus servicios en la Guerra Ruso-Japonesa (1904- 1905,) fue nuevamente condecorado. Fue ascendido a Mayor General en 1906;139 y elevado a danshaku- Baron, en 1907. De 1912 a 1914, se convirtió en Gobernador General del Territorio Arrendado de Kwantung; y en 1914 fue ascendido a General de pleno derecho.

Murió a los 67 años, demasiado pronto para todos sus admiradores, y fue enterrado en el cementerio de Aoyama en Tokio.

Para entonces tenía acumuladas más de veinticinco medallas y premios nacionales e internacionales, y obtuvo el título no oficial de "Padre del Servicio de Inteligencia Militar Japonés". Sin embargo, a pesar de todos sus invaluables servicios a su propio país y a otros, el Barón parece haber sido eliminada de la historia.

Sin embargo, el Museo de la Ciudad, en su Nagano natal, tiene una sección que muestra recuerdos de su carrera.


 

Autor del artículo: Ed Moreno

Ed Moreno, (97), ha sido un ferviente japonófilo desde su adolescencia. Excepto por sus 9-años en el ejército de los EE. UU. como técnico psiquiátrico, Ed, ha pasado toda su vida en la radiodifusión; su última asignación, antes de jubilarse, fue como director ejecutivo en KCET, la estación de televisión pública líder en Occidente, con la que se desempeñó durante 32 años.

Su interés por Japón comenzó a principios del período Showa (1926-1981), cuando se convirtió en enamorado de la cultura japonesa, especialmente el peapel de art chiyogami y el incienso.

A los 30 años, sirvió por 3 años en Japón, con el ejército de los EE. UU., y se casó con la Sra. Reiko Hirama, una encantadora joven japonesa, hija mayor de un ex ejecutivo japonés en la Compañía Meiji (Confitería). Ella se convirtió en su mentora en artes y oficios japoneses. Inspirado por la obra de Ruth Benedict “El crisantemo y la espada”, decidió comenzar a escribir pequeñas piezas sobre sus propias realidades japonesas.

Comenzó una columna mensual para el West Covina East de San Gabriel Valley y la Japanese Community Center, que mantuvo durante más de quince años. Su trabajo también ha sido publicado por las revistas independientes de Tokio y Daruma.

Sus lugares actuales incluyen www.discovernikkei.org el sitio en línea del Museo Nacional Japonés-Americano y Transactions, Journal of the Asiatic Society de Tokio, la prestigiosa revista académica más antigua de Japón.

En 2014, Año del Caballo, (según tradición japonesa), decidió explorar el papel del caballo en la cultura japonesa. En su búsqueda de datos, buscó la invaluable ayuda del Long Riders Guild, particularmente para las secciones sobre el valiente aventurero Barón Fukushima, y las mentiras del teniente Joseph R. 'Dick' Ryan, quien trató de engañar, con su historia sobre El caballo del emperador Hirohito, publicada en los de EE.UU.

Nota: Este artículo ha sido extractado y traducido, por Juan Manuel Álvarez, del texto original que aparece en la dirección siguiente http://www.lrgaf.org/Japanese_Horse_History.pdf

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