La Diligencia

 

INDICE

 

 

Introducción

Para los que amamos los caballos todo aquello que, a lo largo de la historia, está relacionado con ellos, nos interesa conocerlo.

Dentro de la historia del mundo de los caballos, la historia del transporte en Diligencia ocupa, sin duda, un lugar importante.

Este medio de transporte, del cual la mayoría sabe poco más, que lo que ha visto en el cine o ha leído en las novelas costumbristas de autores como Dickens y otros, fue en su tiempo toda una revolución para el transporte de personas y correo.

Hasta la llegada de la diligencia, los viajes, en los distintos países de Europa, eran algo que solo se realizaba por causas importantes, tenían, además, peligros serios, tanto para la seguridad como la salud del viajero, y era usual hacer testamento antes de emprender un viaje de cierta importancia.

Solo viajaban soldados que se incorporaban a su regimiento, funcionarios que cambiaban de vara o destino, religiosos que iban a otro convento, mercaderes importantes, estudiantes y muy pocos más.

La mayoría, de las personas, nacían y morían sin conocer más mundo que el que se encontraba en un radio de treinta o cuarenta kilómetros alrededor de su casa.

Los viajes, por otra parte, eran una odisea pues no había ningún sistema de transporte de personas, establecido como tal, que transportase viajeros de una ciudad a otra de forma regular; El viajero tenía que elegir entre hacerlo por sus propios medios, a pie o montado, o buscar a alguien con quien poder hacer el viaje.

En España se utilizaban, entre otros medios, las caballerías de los arrieros. Alquilando un mulo o un asno, vacío, para hacer el viaje junto con el resto de caballerías de la reata. 

Estos animales, se alquilaban, frecuentemente, entre dos viajeros que se turnaban en su utilización durante el viaje.

Los acaudalados tenían alguna opción más como era la Litera. Una cabina sujeta entre dos varales y portada por dos caballerías, enganchadas en tándem.

Esta modalidad se utilizó hasta finales del siglo XVIII en que la mejora de las carreteras permitió la utilización de los carruajes.

A partir de esa fecha, los más ricos, podían alquilar una calesa o bien un coche de colleras, carruaje utilizado para el transporte de personas un poco tosco y sin suspensión pero que disponía de asientos y cabina cerrada.

Otro medio era aprovechar los viajes que hacían, entre poblaciones, los carreteros con unos carros llamados galeras. Se viajaba incómodamente, entre los sacos y bultos que llevaba la galera, a una modesta velocidad de 4/5 km hora que, con las paradas, bajaba a unos 2,5 o 3 km/hora de media y un total de 30 a 45 km diarios, después de 10 o 12 horas de viaje.

El problema era, que en regiones como Asturias, por ejemplo, en donde apenas había caminos carreteros la única opción, en muchos lugares, eran las caballerías o a pie.

También se podía “viajar a la ligera” por la posta con un permiso especial, del gobierno, que permitía viajar utilizando los caballos situados en las postas del correo.

Este sistema era muy caro y solo tenía sentido para jinetes expertos y en forma que pudiesen cabalgar a trote y galope durante varias horas diarias, utilizando tres o más caballos cada día.

Lo solían utilizar, principalmente, funcionarios y jefes militares que se dirigían a su unidad de destino.

Y finalmente, existían, los desplazamientos por los ríos o por el mar, cuando el destino lo permitía o lo obligaba.

La diligencia viene para mejorar todo esto, haciendo, los viajes y las comunicaciones, más rápidos, más cómodos y aunque, todavía, a precios muy caros para la gente del común, también, más baratos que otras formas de viajar.

 

 

Los inicios

La historia del transporte en Diligencia comienza en el siglo XVII, siendo Inglaterra la primera nación que utilizó este sistema como un medio de viaje regular, abierto al público en general, organizado y mucho más rápido que cualquier otro de la época.

En los siguientes decenios este sistema se fue implantado en otros países de Europa como Francia, Holanda, etc. llegando a España con cierto retraso pues nuestro primer servicio de transporte en Diligencia se inaugura el uno de marzo de 1815 con la línea Barcelona a Reus. Siendo el primer servicio regular de diligencias, en España, que se mantiene en el tiempo.

Sin embargo, el primer servicio se había inaugurado en 1789, entre Madrid e Irún, pero no era un servicio regular y duró unos meses, solamente.

 

 

Las primeras carreteras

El problema era que, para implantar un sistema de transporte en diligencia, lo primero que tenía que haber eran caminos carreteros, es decir aptos para la circulación de carruajes. En Europa en general y en España en particular, apenas había, a principios del siglo XVIII caminos carreteros de larga distancia.

Había caminos carreteros entre ciudades y pueblos que estaban próximos y el terreno era llano y favorable, pero ante la más mínima dificultad orográfica el camino pasaba de ruedas a herraduras. En España, aunque ya en 1761, con el rey Carlos III, se planifica, por primera vez, una red de carreteras o caminos reales, las cosas iban bastante lentas.

Poco a poco la red de caminos carreteros se fue ampliando, siendo Inglaterra y Francia los primeros países en disponer de una red de carretas que unían sus capitales con las ciudades más importantes del reino.

Sin embargo, otros aspectos como la calidad de las carreteras, que duraban poco tiempo en buen estado y en invierno se volvían casi intransitables en muchos tramos, frenaba el progreso de la diligencia.

Los ingleses son los primeros que solventan esta dificultad gracias al escoces John Loudon Mc Adam que inventa, a principios del siglo XIX, un sistema de pavimentar los

caminos, conocido actualmente como macadan, utilizando áridos de distinta galumetría (piedras medianas, trito y arena) compactados sobre el camino formando una superficie curvada hacia los bordes para mejorar el drenaje, muy resistente al paso de los carruajes y a la erosión por agua de lluvia. Inglaterra, junto con Estados Unidos, utiliza, inmediatamente, el macadam para pavimentar sus caminos principales, ampliando su anchura y resolviendo las dificultades orográficas para convertirlos en las primeras carreteras de larga distancia, dignas de este nombre.

En las décadas siguientes, este sistema se fue implantando en Francia y en el resto de Europa. En España el sistema de macadam no llego hasta mediados del siglo XIX.

 

 

Evolución de la diligencia

Las primeras diligencias comienzan a rodar en Inglaterra en 1610 entre Edimburgo y Leith, a mediados de siglo, ya unían todas las poblaciones próximas a Londres y a finales del siglo XVII las rutas de diligencias cubrían las tres carreteras principales de Inglaterra.

Estos primeros carruajes, de camino, eran relativamente pequeños e incomodos; Llevaban, inicialmente, seis pasajeros y su velocidad media de viaje, incluyendo las paradas para cambiar el tiro, era de unos 6 a 7 km/hora en terreno llano y con buen tiempo.

El servicio de Diligencias, al igual que el correo a caballo, utilizaba el sistema de postas o estaciones, ubicadas a lo largo de la ruta a una distancia inicial, entre una y otra, de quince millas (24 km.) aproximadamente, y en las que estaban depositados caballos de refresco al cuidado de los postillones y un jefe o Maestro de posta.

Los tiros eran, inicialmente, de dos o cuatro caballos, llegando con los grandes carruajes del siglo XIX hasta tiros de doce y más animales. Se cambiaba el tiro en cada posta.

Las diligencias llevaban, para su manejo, Mayoral, Zagal y Postillón.

El Mayoral era el responsable del vehículo y del viaje. Llevaba la hoja de ruta y el listado de pasajeros. Actuaba como representante de la compañía y jefe de expedición. Era también el responsable del cuidado del carruaje, de su limpieza y mantenimiento.

El Zagal, actuaba como ayudante del Mayoral, era el que llevaba, habitualmente, las riendas, se ocupaba de los cambios de tiro y cuando, era necesario, bajaba al camino para ayudar a guiar a los animales en los tramos difíciles, haciéndose, temporalmente, el Mayoral, con el manejo de las riendas. Con el tiempo ascendía a Mayoral.

El Postillón era la persona responsable de los animales del tiro, en los enganches de más de dos caballos, montaba sobre el caballo izquierdo, de la primera collera, o bien sobre el Pericote o delantero, ayudaba a controlar el tiro, avisaba con un cornetín, a la posta, de la llegada de la diligencia y, cuando se cambiaba el tiro por otro de refresco, era el encargado de devolver los caballos cansados, a la posta de origen. Siendo sustituido por el nuevo Postillón, que acompañaba a los caballos de remuda.

Durante los siguientes decenios, el sistema de transporte en Diligencia, va mejorando paulatinamente:

Llegan los coches con suspensión de muelles o resortes, después aparece la suspensión por correas o balancín, llega, también, el diferencial para las ruedas, frenos mejorados, faroles exteriores, portavelas en el interior, etc.

Los coches diligencia, que van creciendo de tamaño, se dividen en tres departamentos: Interior, Berlina y Rotonda. La berlina ocupaba la parte delantera del coche, con ventanas al frente, y llevaba un asiento corrido con tres o cuatro plazas, en sentido transversal, con accesos por puertas laterales; el interior llevaba, en general, asientos paralelos a los de la berlina con puertas laterales también; la rotonda abarcaba la parte posterior del vehículo con asientos paralelos a la dirección de la marcha, de espaldas, por tanto, a las correspondientes ventanillas y con acceso por una puerta trasera. En los carruajes de mayor tamaño se añadió un departamento más, para los pasajeros, denominado Imperial, Cabriolé o Cupé La Imperial o Cabriole consistía en dos asientos en el pescante, junto al Mayoral y el Zagal y en las grandes diligencias, que llevaban una capota sobre el techo o baca de equipajes, en dos filas de asientos corridos de tres plazas detrás del pescante y sobre la baca.

En estas grandes diligencias los asientos del pescante, junto al mayoral, solían ocuparlos los escopeteros o guardias.

En 1840, estos carruajes se empleaban en las rutas más importantes, pesaban entre 1400 y 1600 kg y podían llevar hasta 24 personas con enganches de ocho o más caballos y, en España, la mayoría eran de construcción nacional, aunque también se importaron de Francia.

Su diseño mejora, en todo el mundo, teniendo en los carruajes Concord norteamericanos (los que aparecen en los westerns) de 1852, con excelente manufactura y suspensión de balancín, mediante correas de cuero, uno de los mejores ejemplos.

 

 

La Diligencia en Inglaterra

Con esta y otras mejoras, el servicio de diligencias, en Inglaterra, era a mediados del siglo XIX, sin duda, el mejor del mundo.

1) Los coches se limpiaban y se engrasaban a la finalización de cada viaje

2) Lo tiros de caballos normandos, cruzados con purasangres ingleses, eran excelentes y en las grandes líneas se renovaban los tiros cada tres años, pasando, los caballos, a líneas menores o vendidos a los agricultores para el arado.

3) Las postas se habían aumentado, colocándolas a solo diez millas de distancia

4) Se disponía de casas de comidas y establecimientos de fonda completa y buena calidad de servicio en todas las rutas.

 5) Las carreteras de macadán eran tan buenas que se autorizó a las diligencias a viajar al galope; Cosa que en Francia estaba prohibido, con la excepción de las sillas-correo, y en España apenas era posible.

6) La regularidad y exactitud en los tiempos de viaje, facilitaba que los maestros de postas estuviesen con las caballerías aparejadas y listas cuando llegaba la diligencia para que no sufriese la más mínima demora.

7) Los cambios de tiro se realizaban en menos de diez minutos. Y en consecuencia la velocidad de viaje en 1836, en líneas como la de Londres a Liverpool con orografía favorable aumentó, en verano, hasta los 16 km/h de media, incluyendo las paradas, lo cual era una velocidad altísima para la época.

8) En esa época, una diligencia inglesa, recorría una media de 120/140 km por jornada, incluyendo las paradas para repostar el tiro, comer y pernoctar. En Francia solamente las sillas correos, carruajes que compartían el transporte de correspondencia con el de pasajeros, y que estaban autorizadas a viajar al galope en los tramos en que era posible, como la línea Paris a Besancón, se aproximaban a las diligencias inglesas, con una velocidad media de 13 km/hora.

 

 

La Diligencia en España

En España, como siempre, las cosas eran más tranquilas. Solo se utilizaban verdaderos carruajes diligencia en las grandes rutas que salían de Madrid o en aquellas con alta demanda de pasajeros. En el resto se empleaban, para el transporte de pasajeros, carruajes de toda clase y color siendo la Tartana uno de los más empleados.

Las diligencias españolas de grandes rutas eran, sin embargo, carruajes de calidad similar a las del resto de Europa.

Tenían un peso de 1200 a 1600 kg en vacío y la capacidad oscilaba de 12 a 24 personas Utilizaban tiros de 6 a 8 caballos o mulas que podían aumentarse a 10 o 12 en tramos con puertos o grandes subidas. A veces el refuerzo, en bajadas, se hacía con bueyes que tenían mayor capacidad para retener el carruaje.

Aunque menos habituales algunas diligencias, como la que hacía la ruta Granada-Málaga, podía llevar hasta 29 personas incluyendo pasajeros, mayoral, delantero, zagal, postillónes y guardia armada y enganchar tiros de 12 a 16 animales según la dureza del camino.

Las caballerías más utilizadas en España para formar los tiros de las diligencias eran las mulas. Más adecuadas para nuestra orografía tenían, además, para el enganche, más fuerza y calidad que la mayoría de nuestros caballos.

Sin, embargo, lo peor del sistema de transporte español en diligencia era la orografía y el mal estado de conservación de las carreteras. Esto convertía los viajes en lentos y penosos.

En inverno muchos tramos e incluso algunas rutas quedaban impracticables y debía suspenderse el servicio durante toda la estación. Otras rutas, como la Madrid a Valladolid o la ya citada Barcelona a Reus, por el contrario, funcionaban razonablemente y sus prestaciones y calidad eran similares a las europeas.

Con todo y con eso y a pesar de las continuas mejoras, los viajes en diligencia, en todo el mundo, eran incomodos y en algunos trayectos tenían riesgos importantes.

Los viajeros viajaban en un carruaje que, incluso en las mejores plazas del interior, no ofrecía apenas confort alguno. Sentados durante horas en asientos de tablazón acolchado, en un espacio reducido y soportando el continuo traqueteo o balance, según el sistema amortiguador, de la diligencia, el viaje era algo penoso que todos deseaban acabar cuanto antes.

Los viajeros que iban en el exterior sufrían, además, las inclemencias del tiempo y, en los meses fríos, el riesgo de congelación o muerte por enfriamiento era una posibilidad real.

El asalto, a la diligencia, por forajidos era otro riesgo, presente en muchas rutas, que la protección de los escopeteros disminuía, pero no eliminaba del todo.

La diligencia, caminaba durante diez o doce horas al día sin más paradas que las necesarias para cambiar el tiro. Los viajeros aprovechaban, estas paradas, para estirar las piernas y comer algo.

Por la noche, se paraba en las fondas o paradores para descansar, pero a partir de la llegada del ferrocarril y en un vano intento por competir con él se suspenden, en la mayor parte de las rutas, las paradas para dormir teniendo los viajeros, en este caso, que dormitar en la misma diligencia como mejor podían. Solo en algunas rutas, como la Madrid Barcelona se mantienen las pernoctas, una noche si y otra no.

Las pernoctas se realizaban en las paradas de postas que disponían de fonda completa, en la que se podía comer y dormir;

La calidad del alojamiento era muy dispar, pero, a medida, que el sistema de diligencias fue mejorando también lo hicieron las fondas y hostales del camino. En general disponían de un servicio de comida sencillo a base de platos de cocina tradicional y dos tipos de alojamiento un alojamiento en estancia comunal que solía ser en jergones o directamente en el suelo, en el que dormían criados, arrieros, mayorales, postillones, etc. y algunas habitaciones para los viajeros de la diligencia, generalmente, más acaudalados.

 

 

La Diligencia en Estados Unidos

En Estados Unidos los viajes en diligencia eran, si cabe, aún peores; El viaje de 4290 km desde la costa este a la oeste se hacía en 22 días en verano y 24 en invierno, se viajaba las 24 horas, día y noche, parando solamente para cambiar las caballerías y comer algo.

Aunque la diligencia alcanzaba una velocidad punta de 16 km/h, La velocidad media de viaje, en verano, era de 8 km/h y 195 km/día pero, como he dicho, caminando las 24 horas sin parar.

Los pasajeros dormían en la misma diligencia, durante los veintitantos días que duraba el viaje. Los viajeros, que hacían el recorrido completo, llegaban exhaustos o enfermos y algunos tenían que parar unos días en alguna ciudad del medio Oeste para reponerse y poder seguir el viaje.

La diligencia Concord, el carruaje más famoso de Norteamérica, pesaba 1200 kg en vacío, llevaba entre 9 y 12 pasajeros en el interior, según el modelo, y otros 6 pasajeros en el exterior, más conductor y escopetero, y un tiro de 4 mulas o caballos que podían ser 6 en terrenos difíciles.

Las postas distaban una media de 32 km entre ellas. No se utilizaban postillones ni zagales pues todo el sistema (caballos, postas y carruajes) era propiedad de la misma compañía y los tiros no excedían de seis animales, que era lo máximo que podía conducir el cochero sin ayuda y, tampoco, se retornaban, los caballos, a la posta de origen.

El precio del viaje, equivalía a dos meses de salario de un trabajador.

 

 

Rutas Españolas de Diligencia

Vamos a ver a continuación unos ejemplos de rutas españolas entre los que podemos encontrar rutas lentas y difíciles, como la de Madrid a Oviedo.


Ejemplos de rutas de Diligencia, en España.

Ejemplo n°1 Barcelona - Reus

  • Diligencia de 20 pasajeros + 1 Mayoral, 1 Zagal y 1 postillón
  • Peso del carruaje en vacío: 1,3 Tm .y 3 Tm. con carga completa.
  • Tiro de 6 caballos
  • Distancia: 110 km
  • Orografía: camino llano con pocas cuestas
  • Postas: 4
  • Tiempo de viaje: 12 horas seguidas parando sólo para almorzar y cambiar el tiro
  • Velocidad media: 9 km/h


Ejemplo N° 2: Oviedo - Madrid por Valladolid

  • Diligencia de 24 pasajeros + 1 Mayoral, t zagal y 2 postillones
  • Peso del carruaje en vacío: 1,7 Tm aprox. Y 4,2 Tm. Con carga completa.
  • Tiro de 8 mulas u 8 caballos En las rampas del puerto Pajares se añadía una pareja de mulas o bueyes al subir y se frenaba con una plancha de hierro, presionando las ruedas traseras, al bajar.
  • Distancia: 449 km
  • Orografía: Difícil con pasos de alta montaña, zonas llanas y firme irregular
  • Postas: 15 (Con parada de 9 horas y transbordo, en León)
  • Tiempo de viaje: 104 horas seguidas (4 días y 8 horas, sin pernoctas, parando sólo a cambiar el tiro y comer algo. Este tiempo se redujo a 80 horas a finales de siglo con las mejoras en las carreteras.
  • Distancia media por dia: 101 km - 135 km
  • Velocidad media: 4,23 km/h - 5,60 km/h


Ejemplo N°3 Madrid - Irún

  • Distancia: 476 km
  • Orografía: variable con dificultad media
  • Frecuencia: Salía dos veces a la semana en cada sentido
  • Tiempo de viaje: Inicialmente se tardaba cuatros días con pernoctas en Buitrago, Lerma, Vitoria e Irún; Posteriormente se estableció el viaje sin pernoctas en 60 horas incluyendo solo 7 horas de paradas
  • Velocidad media de viaje: Inicialmente era de 5 km/h y, posteriormente, sin pernoctas, aumentó a 8 km/h


Ejemplo nº 4 Madrid - Barcelona

  • Distancia: 703 km
  • Orografía: variable con dificultad media
  • Frecuencia; Salía de Madrid para Barcelona los martes y sábados a las cuatro de la mañana; Pernoctaban los viajeros el primer día en Quintanar de la Orden y el siguiente en la Venta del Conde. Comían en Valencia los viernes, partiendo a la una de la tarde del sábado para caminar durante toda la noche; se entraba el domingo a mediodía en Vinaroz para dormir en la Venta de Burjasenia; el lunes, respectivamente, en Tarragona y Villafranca, viajando también toda la noche. Llegaba a Barcelona los martes a las cuatro de la tarde, tardando en el casino siete días y doce horas.

 

 

 

El fin de la Diligencia

El ocaso de las diligencias ocurre, en todo el mundo, con la llegada del ferrocarril, en España, comienza en 1860 y allí donde se van poniendo en funcionamiento las líneas de tren van cesando los servicios de diligencia.

Con todo y con eso las diligencias siguieron en España, cubriendo los trayectos entre poblaciones que no disponían de servicio de tren, como la de Oviedo a Luarca en Asturias (100 km) hasta principios del siglo XX, cuando fueron definitivamente sustituidas por los servicios realizados con vehículos automóviles.

Pero, con una presencia casi anecdótica, motivada por la escasez de vehículos a causa de la guerra civil y la segunda guerra mundial, pervivió, en España, hasta finales de los años cuarenta del siglo XX, algunos servicios de viajeros, con tracción de sangre, como la línea Getafe a Madrid,

 

Fdo. Juan Manuel Alvarez Diaz

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Comentarios
Alicia 30/03/2024
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Quisiera saber cuánto se tardaba en el siglo XVII para ir desde Barcelona hasta Tarragona un carruage de caballos? Dos días? Me interesa porque estoy escribiendo una novela. Gracias
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